Según cuenta la leyenda, y las hemerotecas, no ha mucho que en una bella ciudad se instauró la costumbre de que en la noche de San Juan, sus gentes recorrieran sus rincones más recoletos y con más encanto en pos de mágicos personajes llenos de embrujo, que contaban las más fabulosas historias y leyendas entreteniendo y enriqueciendo a grandes y pequeños. Así demostraban cómo se podía pasar una noche fantástica sin necesidad de televisores ni consolas. Esta historia es más verdadera que los chistes de Paco Gandía, y su desenlace ( por ahora) más triste que el final de verano azul. Esperamos que se pueda solucionar, y que no se vuelva a tener que suspender uno de los actos populares, culturales, de entretenimiento, de solaz esparcimiento... etcétera, mejor de cuantos se desarrollan en esta magna ciudad.
Si los cuentos se suspenden
porque no salen las cuentas
porque no salen las cuentas
den se cuenta los presentes
con cuántas cosas más baldías
contamos en nuestra ciudad.
Este ripio no rimado sólo pretende llevar a la reflexión a quién sea menester.
Aprovechamos también, nuestras ya demasiado esporádicas apariciones por el blog, para saludar a todo el mundo, desearos un feliz verano y esperamos vernos pronto.
La foto es un sentido homenaje al que va a ser padre de una hermosa criatura en menos de cinco meses. La foto lo muestra haciendo sus pinitos con el entrañable Penique, que pronto perderá su título de nieto favorito de Don Adrián.
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